Uno de estos días vi una reseña, de esas que sigues pensando en la representación de la que partió. La persona dijo: “ese nombre extraño: Filosofía Clínica, no me suena bien”. A partir de entonces, surgieron algunas notas sobre este lugar donde la gente dice lo que dice, incluso cuando cree saber lo que sabe.
El precepto socrático: “Solo sé
que no sé nada”, ofrece una pista de aprendiz para vivir con la dialéctica de
las originalidades. Tienen una fuente única de rituales y dialectos,
inaccesible al contacto superficial. Su expresión suele tener un sentido
obtuso, una lectura alejada de su origen.
A un punto de vista excepcional
le gusta ser inesperado. Le toca al sujeto moverse para ser el protagonista con
la amplitud inconmensurable de cada medida; aun así, su aspecto de
incomprendido sigue deconstruyendo convicciones. Una descripción de esta
naturaleza precursora parece elegir a quién revelar su óptica. Las medallas,
las condecoraciones, los títulos no son suficientes para justificar la
sabiduría y el conocimiento. El territorio filosófico / literario reclama otro
tipo de personas.
La escucha extraordinaria tiene
la sensibilidad de un ciego para ver con los oídos. Quizás de esta forma, es
posible entender lo que ofrecen las palabras, además de ellas mismas. Cada cosa
se deja vislumbrar en su propia lógica. Sin olvidar la irrealidad, resguardada
en los márgenes y periferias de cualquier narrativa. La relación entre usted y
el fenómeno cambia a ambos; de ahí en adelante constituyendo algo inédito,
mezclando uno y otro para siempre, mientras dure. Un discurso existencial así
descrito se ocupa de los aspectos de los refugiados entre líneas del viejo
diario.
Un supuesto de extrañeza invita a
una aproximación de la vida cotidiana con ese algo más que la integra, como vía
de acceso al territorio donde la Filosofía y la Literatura encuentran sus
originales. Este punto de vista se asemeja al equilibrista frente al abismo sin
red.
En ese momento, se podía pensar
en nuestra distancia, el uno del otro, a pesar de los acuerdos de convivencia,
a través de los cuales cada uno sigue su guión, impregnado de espejos, como si
el mundo entero fuera rehén de su ventana. Entonces, para acceder a algo
inusual, tendrá que ser inusual con lo que ve; calificar sus turnos por la indeterminación
de los días.
Al delinear una epistemología de
los territorios no considerados, se busca la región subjetiva donde flotan sus
manuscritos. En estos casos de deconstrucción de la realidad conocida, puede
resultar significativo descifrar las huellas de múltiples tramas. Es posible
una lucidez irrazonable, que ofrece destellos contradictorios con la última
palabra sobre cualquier cosa. Incluso una breve retrospectiva de su propia vida
toma una forma diferente, cuando una versión actualizada le permite reescribir
su historia.
El ángulo de las perplejidades
otorga aptitud para sorprenderse. Esta descripción abarca una expresividad
fugaz; su estética propone el no-lugar de todo lugar, en una percepción de lo
que no es. Puede resultar extraño saber algo a punto de convertirse; Se
necesita un enfoque único para considerar estos momentos de diseño.
*Hélio Strassburger. Filósofo clínico. Autor de “A palavra fora de si – Anotações de
Filosofia Clínica e Linguagem” – Editora Multifoco/RJ. 2017, entre otras.
**Traducción del portugués: Dra. Arantxa
Serantes
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