*Entrevista a Fernando Fontoura: La aventura de ser filósofo clínico
por Arantxa Serantes
Introducción
En este contexto, la figura de
Fernando Fontoura se erige como un referente destacado en el ámbito de la
Filosofía Clínica, desempeñando un papel crucial en la exploración y
comprensión de los intrincados vínculos entre la mente y el cuerpo. Con una
visión única, Fontoura aborda la tarea de desentrañar las complejidades de los
pacientes psicosomáticos, cuyos síntomas, aunque reales, desafían la percepción
convencional de la medicina.
La entrevista promete arrojar luz
sobre la aventura de ser filósofo clínico, ofreciendo una perspectiva
esclarecedora sobre cómo la Filosofía Clínica se erige como un puente entre el
pensamiento y la salud física. Exploraremos cómo este enfoque no solo busca
abordar los síntomas superficiales, sino también indagar en las raíces
emocionales que han tejido la trama de la enfermedad. Acompañaremos a Fontoura
en su labor de revisar la historia de cada individuo, buscando comprender el
origen de las heridas emocionales que se manifiestan a través de síntomas
somáticos.
En este fascinante diálogo,
descubriremos cómo la Filosofía Clínica no solo ofrece una alternativa para
aquellos casos en los que la medicina tradicional encuentra limitaciones, sino
que también puede ser como un halo de esperanza para aquellos que buscan
comprender y sanar las complejidades intrínsecas de la mente y el cuerpo. Una
inmersión profunda en el territorio inexplorado de la salud integral, donde la
filosofía se convierte en un aliado fundamental en la búsqueda de la curación
en un mundo en el que apenas hay tiempo para lo trascendental y profundo.
Entrevista:
AS: ¿Cómo definirías la filosofía
clínica y en qué consiste su aplicación en contextos educativos?
FF: Es muy importante diferenciar
la filosofía clínica tanto de la filosofía académica como de otras filosofías
terapéuticas y también de las terapias psis, como las psicologías, los
psicoanálisis y la psiquiatría. En primer lugar, la filosofía clínica no es la
investigación conceptual acerca del ser humano, su ontología, su ética o
cualquier otro enfoque y no procura una fundamentación última del vivir. La
filosofía clínica está en el ámbito de las terapias, no en las discusiones
filosóficas conceptuales.
Con respecto a otras terapias
filosóficas, la filosofía clínica no trabaja con teorías o conceptos
filosóficos directamente en la clínica, como hace, por ejemplo, la consejería
filosófica y otras terapias filosóficas como las existenciales o prácticas. Estas
usan conceptos y teorías filosóficas en la relación terapéutica, pero la
filosofía clínica es una metodología terapéutica que utiliza conceptos y
teorías filosóficas como inspiración para estructurar esta metodología. En este
sentido, no usa teorías o conceptos filosóficos como instrumentos terapéuticos.
Con respecto a las psis
-psicologías, psicoanálisis y psiquiatría- la filosofía clínica no utiliza
ningún lenguaje o concepto de estas, como ego, inconsciente, trastornos,
perfiles, salud o enfermedad mental, etc. Tiene su propio lenguaje que proviene
de la filosofía, sin embargo, está ajustada a la práctica terapéutica. Aunque
la filosofía clínica está en el ámbito de las terapias, como las psis, no tiene
ninguna relación epistemológica y de lenguaje con estas. En este sentido,
considero la filosofía clínica una metaterapia, en el sentido de estar alejada
de las determinaciones conceptuales de la filosofía académica, de los
contenidos teóricos de las terapias filosóficas y del lenguaje y práctica de
las otras terapias psis. Su aplicación práctica en la terapia está en el ámbito
de una filosofía práctica, o sea, muy cerca del mundo de la vida, de la
existencia o de la facticidad. En este sentido, hoy en día, la filosofía
clínica, en Brasil, está -además del consultorio terapéutico-, en las empresas,
en los grupos de educadores o cualquier otra actividad que trabaja con
personas, como en los hospitales, escuelas, instituciones sociales o políticas.
Como una forma de comprender e intentar restaurar la dinámica de conjunto entre
las personas, su ambiente y su estructura interna. Por la filosofía clínica
estar en el ámbito de las terapias y no de la filosofía académica, esta última
tiene muchas barreras de comprensión acerca de la filosofía clínica en una
actitud nada filosófica.
AS: En tu experiencia, ¿cómo
puede la filosofía clínica contribuir al desarrollo de habilidades críticas y
reflexivas en estudiantes y docentes por igual?
FF: La filosofía clínica tiene
características contraculturales en muchos sentidos. Empieza con su concepto
fundamental de la práctica terapéutica y del ser terapeuta, o sea, de la
actitud terapéutica del filósofo o filósofa clínica: la singularidad. La filosofía
académica trabaja en sus pesquisas en el ámbito del universal o del particular.
Las teorías filosóficas procuran explicar o prescribir dentro del ámbito del
«para todos», como la deontología kantiana, o del «para muchos», como la ética
aristotélica. La filosofía clínica trabaja con el singular, con Juan, con
María, José, Carmen. Y, por ello, su metodología comprende la estructura
interna de cada persona en términos de su singularidad. No hay dos estructuras
internas iguales, ni en sus elementos, ni en sus relaciones, ni en su
representación de su mundo o historia personal. Ninguna otra terapia hace eso
del inicio al final del proceso terapéutico, pues usan de teorías o elementos
de fuera de la estructura singular para intentar comprenderla mejor, lo que ya
«contamina» el singular.
Dentro de su metodología, la
filosofía clínica trae, como actitud del terapeuta, la fenomenología. La
escucha fenomenológica tiene como propiedad fundamental comprender lo que
aparece desde sus rasgos, en este sentido, sin interpretaciones acerca de lo que
no aparece. En filosofía clínica, todo lo que es importante aparece y todo lo
que aparece es importante. No se busca lo «de atrás» o la interpretación de lo
que el otro «quiso» decir. Nos alejamos completamente del psicoanálisis y de
otras formas de terapias interpretativas. Lo que hacemos con lo que aparece es
una descripción para comprender lo que aparece en su totalidad de sus rasgos.
La filosofía clínica tampoco usa
criterios de valores o axiológicos en lo que aparece por la narrativa de la
persona e intenta comprender estos valores y otros criterios desde el sistema
de valores de la propia persona.
AS: ¿Cuál es el papel de la filosofía aplicada en la formación docente y cómo puede influir en la manera en que los profesionales de la educación abordan los desafíos éticos y filosóficos en el aula?
FF: Ahora voy a contestar a
partir de la perspectiva de la filosofía académica y no del filósofo clínico.
Una filosofía práctica no es práctica igual a una medicina o a hacer una casa.
El producto de las ciencias prácticas como estas es directamente material. El
ámbito de la práctica filosófica es la reflexión abstracta. Todo pasa ahí. Sin
embargo, la causa de la práctica filosófica, o sea, de la reflexión abstracta,
es el mundo de la vida, sus cuestiones existenciales como la justicia, la
educación, la política, las costumbres, la religiosidad, las relaciones
humanas. Pero, no es suficiente actuar como mecánicamente acerca de estas
cuestiones, y reflexionar respecto de las causas, de las implicaciones éticas o
políticas u otra es importante para quién busca una comprensión más ancha o
extensa del real. En este sentido, todos podemos filosofar y la filosofía se
convierte en un acto filosófico, un filosofar.
La cuestión que empieza el acto
filosófico reflexionante viene del mundo de la vida y, acto continuo de
reflexionar acerca de estas cuestiones, solo o con otras personas, puede
modificar nuestra percepción del real o de nosotros mismos y, a partir de ahí,
volver al mundo de la vida con otra perspectiva más amplia, con otra
significación de las cosas, del mundo o de nosotros mismos. Y solo en este
momento es que, el acto filosófico ya realizado en la reflexión abstracta, se
pone como alteración de prácticas en el mundo. El producto del filosofar no
está alejado del propio individuo que filosofa. Por eso no es como medicina o
hacer casas. La filosofía práctica es aquella que está más cercana de las
cuestiones de la vida, pero su práctica es en el ámbito de la abstracción
reflexionante.
La postura propiamente filosófica
es estructurar el pensamiento crítico y amplio sobre las cuestiones de la vida
común y cualquier educador en cualquier asignatura puede motivar o ejercitar
sus estudiantes al acto filosófico. En este sentido, Sócrates es nuestro gran
maestro.
AS: ¿Qué beneficios específicos puede aportar la filosofía clínica a la resolución de conflictos y la gestión de situaciones éticas en el entorno educativo? ¿Se puede diferenciar del coaching o del counselling?
FF: La filosofía clínica tiene
por rasgo fundamental ser una metodología estructuralista. En este sentido,
siempre comprende el individuo singular y sus relaciones en el mundo (su mundo)
por la perspectiva de conjunto, de interrelaciones, de interdependencia. Al
comprender la estructura singular interna de cada persona, al mismo tiempo
comprende este en las relaciones de las cuales está involucrado. La
singularidad en la filosofía clínica no es una defensa o apología al
individualismo, pues todo singular es un singular con otros, en el mundo, en
una cultura. Son las interacciones y relaciones de este singular con su mundo
próximo que comprendemos en filosofía clínica. En este sentido, estamos muy
alejados de las otras terapias que consideran el individuo como alejado de su
mundo o que consideran el social o el contexto de manera mitigada.
Otra cuestión importante en la
filosofía clínica es que no hay consejos del terapeuta para el otro. Lo que
ocurre en filosofía clínica llamamos construcción compartida que es una manera
de, juntos y desde el mundo y lenguaje del otro, construir hipótesis de
movimientos internos en la estructura interna de la persona. No hay un
saber-poder, sino una relación horizontal y compartida. Un buen paradigma para
esta postura terapéutica de la filosofía clínica es el Diálogo Hermenéutico de
Gadamer.
AS: ¿Cómo crees que la filosofía
aplicada puede ayudar a los educadores a comprender y abordar las diferentes
perspectivas filosóficas y éticas presentes en un entorno multicultural y
diverso?
FF: Buscando reflexionar sobre
las cuestiones del mundo de la vida. Toda profesión y actividad humana tiene
sus fronteras éticas, políticas, sociales que exigen un examen más amplio y
demorado antes de tomar una decisión. Aunque el filosofar es una actitud
intrínseca a todos, es necesario, en muchos casos, tener un poco más de
conocimiento sobre la cuestión, por ejemplo, política o ética, para poder
comprender mejor la situación y su contexto inmediato. En este sentido, leer
sobre filosofía, sociología, antropología u otras, hace parte de un filosofar
más amplio y profundo.
El acto del filosofar es
inherente a todos como una actividad inicial, pero para mantener esta actividad
puede ser que sea necesario una pesquisa mínima en la cuestión que se está
intentando comprender para mejor actuar. Un ejemplo simple es la cuestión si
está éticamente justificable obtener ganancias aún más grandes por encima de la
desgracia de los otros, como ocurrió con el huracán Katrina en los EEUU. Una
botella de agua que costaba 2 dólares, tras la tragedia, pasó a costar 10
dólares. Lo mismo ocurrió con los pisos de alquiler, comida, combustible. En
este caso, ¿el gobierno debe actuar para intervenir en el libre comercio? ¿El
mercado tiene que respetar algún límite ético? ¿Hay límites éticos en el
mercado? Pues, del mundo de la vida, si cambiamos nuestra perspectiva de los
hechos, mirarlos desde una perspectiva más crítica, estaremos en el portal del
acto del filosofar.
AS: En tu opinión, ¿cómo la
filosofía aplicada puede mejorar la relación entre docentes y estudiantes,
fomentando un diálogo más profundo y significativo en el aula?
FF: Creo que la respuesta de
arriba es suficiente, en el sentido de traer para las clases de filosofía las
cuestiones de la vida fáctica, incluso para las cuestiones más metafísicas. Los
presocráticos son un buen ejemplo de eso.
¿Cuáles son los desafíos más
comunes que enfrentan los educadores en términos éticos y filosóficos, y cómo
puede la filosofía clínica ayudar a enfrentar estos desafíos de manera
constructiva? La primera cuestión -¿Cuáles son los desafíos más comunes que enfrentan
los educadores en términos éticos y filosóficos?- no sé precisar exactamente
cuáles son estas cuestiones, pues depende de cada caso, de cada grupo y de cada
profesor. Pero, para la segunda cuestión -¿cómo puede la filosofía clínica
ayudar a enfrentar estos desafíos de manera constructiva?- creo que una
formación básica de los profesores en filosofía clínica los ayudará a
comprender mejor cómo las intersecciones suceden o pueden suceder entre el
profesor y su grupo. La filosofía clínica tiene su base metodológica
fundamental en el estructuralismo, que permite comprender las relaciones desde
una noción de conjunto. La dinámica de conjunto no es más que un sistema de
relaciones en movimiento, y si el profesor tiene la comprensión de este sistema
y cómo funciona, tiene una lectura más amplia y funcional del grupo. Esta
percepción puede ayudarlo a desarrollar mejor sus estrategias educativas y
pedagógicas.
AS: ¿Crees que la incorporación
de la filosofía aplicada en la formación docente puede contribuir a la
prevención del agotamiento y la fatiga emocional en el personal educativo?
¿Cómo?
FF: Si te estás refiriendo a la filosofía
clínica, creo que la respuesta anterior ya es suficiente.
En el contexto actual de cambios
constantes en la educación, ¿cómo puede la filosofía clínica ayudar a los
educadores a adaptarse y enfrentar los desafíos emergentes de manera ética y
reflexiva?
De dos maneras puede ayudar la
filosofía clínica en esta situación. Una, los educadores realicen la formación
en filosofía clínica -una formación adaptada, pues la formación completa es
para quien quiere ser terapeuta- pues es una formación que ayuda a comprender a
sí y a los otros de una manera muy diferente de las otras metodologías
terapéuticas. Dos, es hacer terapia con un filósofo clínico para que el
educador comprenda a sí mismo de una manera amplia y estructuralmente
funcional. Muchas personas que trabajan directamente con otras personas o con
grupos, tienen una buena experiencia con la filosofía clínica, como médicos,
educadores, gerentes empresariales, etc.
AS: Finalmente, ¿Puedes compartir
ejemplos concretos o experiencias en las que la aplicación de la filosofía
clínica haya tenido un impacto positivo en el ámbito docente o educativo?
FF: He trabajado como filósofo
clínico en una institución social, hogares geriátricos y en algunas escuelas
públicas en Brasil, en mi ciudad, Porto Alegre. En la institución social,
trabajé con el grupo de los educadores sociales, entre 8 a 12 personas. Había
en este grupo divisiones, subgrupos que tenían pensamientos diferentes acerca
de sus prácticas y teorías educativas. Como filósofo clínico, apliqué el
método, que es igual para una persona individual y para un grupo, para
comprender cuáles eran los elementos estructurales que estaban en conflicto
entre los grupos. Al comprender cómo era la estructura funcional del grupo y
sus puntos conflictivos, todo el grupo se involucra para comprender e intentar
encontrar soluciones. La reestructuración no siempre es pacífica y serena, pero
si el grupo está involucrado en mejorar su ambiente en función de un objetivo
mayor, la educación de sus niños, el trabajo acaba por lograr su objetivo. En
el hogar geriátrico trabajé con las personas mayores en reuniones semanales de
charla en grupo. En un lugar donde hay más dependencia de otras personas para
que el grupo pueda tener cierta autonomía, es importante involucrar el grupo
todo o la mayor parte de este posible, como las enfermeras y cuidadoras de las
personas mayores. La autonomía del grupo de las personas mayores es restricta
por muchas razones, sea porque hay problemas físicos serios, sea porque su
condición física es limitada, sea por las normas del hogar. En este trabajo,
siempre que conseguí involucrar a alguien de la familia, ayudó bastante, pues
era más un soporte de autonomía para la persona mayor. La metodología es la
misma, comprender estructuralmente el funcionamiento del grupo desde algunas
características de las personas que están involucradas en las actividades de
este grupo. En este caso, como en los casos de las escuelas públicas en las que
trabajé, quedó claro que es importante que algunas personas de la directiva
estén también involucradas, para que sancionen la autonomía del grupo y actúen
en el mismo. Como es un trabajo en grupo y no una terapia personal para cada
miembro del grupo, se puede decir que es un trabajo rápido, dependiendo del
grupo y de su implicación en el tema.
*Arantxa Serantes
Entrevista a Fernando Fontoura:
La aventura de ser filósofo clínico
Cómo citar este artículo:
SERANTES, ARANTXA. (2024). Entrevista a Fernando Fontoura: La aventura de ser
filósofo clínico. Numinis Revista de Filosofía, Época I, Año 2, (EN4). ISSN ed.
electrónica: 2952-4125.
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